jueves, 25 de abril de 2013

"Vanidad de las riquezas"


«Eclesiastés Capítulo 5»

Cierto día un hombre sabio
deteniéndose en su andar,
pensó en los afanes de la vida
por los que tuvo que pasar.

Después de mucho meditar
y en conversación con el eterno,
a su alma vino la paz
como rápido destello.

A pesar de sus riquezas
y sus glorias alcanzadas,
ante Dios no era nada,
él nada podía ofrecer.

¿Qué es de mi vida?
Éste hombre preguntó:
y en voz baja tristemente
el hombre se contestó:
Es mi vida como el viento,
mas no sé de dónde viene
y tampoco a donde va.

Es también como la luz
que llega al amanecer,
y al caer las sombras
ya no alumbra más,
pues la vida del hombre
tan sólo es vanidad.

De nada sirven las riquezas y los bienes,
que en su misericordia
el Señor con tanto amor nos da,
si el hombre en sus maldades y egoísmos
no lo sabe disfrutar.

Vive, come, goza tu trabajo,
agradécele a Dios,
y en alegría santa
comparte con amor,
pues nada tu mereces.
Todo es don de Dios.
Lo demás tan sólo es vanidad!

Así ... este sabio concluyó...
Te agradezco mi Señor,
el tener un nombre,
poder mirar con mis ojos,
a pesar de mi ceguera espiritual.

Mi vida, está en tus manos.
Sólo tú sabes,
cuando el Sol ya no me alumbrará.
Más contigo Señor a mi lado...
lo demás todo es vanidad.

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